jueves, 29 de noviembre de 2007

Visión general de Zaragoza en sus libros

El lugar que ocupa Zaragoza en la mente y el corazón del escritor belchitano no tiene que ver con su origen, que está en el propio Belchite, pero sí con su juventud y sus estudios.
Lo que constituye la ciudad es un espacio "mitificado, un lugar donde convergen y divergen las diferentes culturas, traídas por la emigración de los pueblos cercanos [...]un híbrido de culturas, que tiene su máxima afluencia en el Casco Viejo, el de Zaragoza, la Zaragoza de mis novelas[...]" (Extracto de la conversación del día 29 con el autor).
Hay un tributo cuasi permanente en todas las novelas, si exceptuamos "Saxo y rosas", que está absolutamente desubicada de tiempo y espacio.
Procedamos a analizar con precisión dicho tributo:

Brisa de asfalto (1990, edición de 1991)
En esta obra aparece nuestra ciudad tímidamente, aunque Teira deja claro su mayor interés por la peripecia interior que por el paisaje urbano.
La primera obra del autor, compuesta de ocho relatos cortos, resulta de un escalofriante, si verídico retrato de la sociedad, con cuestiones clave como la marginación, la vejez, amores y desamores..., desarrollado en un edificio de los años setenta, un macrohospital, estilo quizá al Casa Grande o al Miguel Servet.
El edificio Montorio, construido por Acín Josa (¿tributo a Ramón Acín?), prototipo de ese gremio de albañil-constructor, que, según Teira, tanto proliferó en la triste España del desarrollo, alberga a familias de un vivir cuasi desangelado, podríamos decir. Un edificio que alberga vulgaridad, pobreza, tragedia, marginación y sí, quizás, algo de amor.
¿o será tal vez, como dice la escritora Patricia Bazaldua, que resulta incomodo vivir en un conjunto de edificios, sobre todo por la cercanía con los vecinos, con esas miradas extrañas que nos dirigimos unos a otros intentando interactuar y, sin embargo, ni siquiera nos saludamos?

En fin, seguimos con Zaragoza, sobre la que nombrará Teira la Avenida Goya, la calle Compromiso de Caspe o la Plaza de Roma tienen cierto protagonismo.
Según afirmaba Félix Teira en una charla en el I.E.S. Pablo Serrano, allá por los procelosos 90 (1996, para más señas), [...]esta obra retrata, la cara "b" de la sociedad[...], y no se equivocaba al afirmarlo, no. En esa estremecedora y cautivadora sucesión de relatos, cada uno de un apartamento de la misma casa, como si de, con permiso de Ibáñez, un cómic de 13 rue del Percebe tratárase.
La aparente incongruencia de los relatos se monta cual mecano en una perfecta novela. Buen comienzo para una carrera literaria.

Gusanos de seda (1993)
Únicamente reseñar aquí que son citadas varias avenidas, como el Camino de las Torres, la plaza de España, la plaza de Aragón, calle Capitán Casado, Madre Sacramento, Alfonso, Miguel Servet y Manifestación.
Se nombra en numerosas ocasiones una valla que rodea al Ebro y la zona comercial de Méndez Núñez.
Es, una vez más, Zaragoza un punto de encuentro, de acciones y de actos, como si estuviésemos hablando del event horizon u horizonte de acontecimientos, donde todo ocurre y puede cambiar.

La violencia de las violetas (1995)
La infinita curiosidad viajera de Teira le llevó hasta el conflicto en la antigua Yugoslavia, y sumergiéndose en esa cruenta guerra, desarrolló la historia de una maestra del casco viejo de la ciudad de Sarajevo, pero con la visión puesta en el Casco de Zaragoza.
La obra retrata la guerra de siempre: la vesania desatada de la masa homicida. Porque, ¿cómo se puede hablar de degollar niños con siglos de civilización a cuestas?



Saxo y rosas (1995)
Carente de cualquier mención a Zaragoza, es la única novela del autor absolutamente desubicada de espacio y tiempo, y que encierra, además, la anécdota de aparecer firmada como María Arregui.
Tuve la oportunidad de preguntarle a Félix, hace ya sus cuatro o cinco años, acerca de ésto y debo decir que la respuesta fue, cuando menos, divertida.
Félix tenía y tiene una hija, adolescente por la época del libro, a la que, al parecer le provocaba cierto recelo que su padre escribiese una novela de temática adolescente y además, narrada por una chica. Así que una tal María Arregui fue la falsa identidad elegida por Teira, parapetándose tras ella y evitándole a su hija más de un posible disgusto.
Es la novela más vendida de Teira, actualmente reeditada. Pero para él, no sólo no es la mejor, sino que ni siquiera resulta especialmente de su agrado. (Félix dixit)

¿Y a ti aún te cuentan cuentos? (1996)
Hay un clarísimo homenaje a nuestra ciudad, que, según Teira, se sigue con el mapa. Se nombra y se hace especial hincapié en la pasarela de la avenida Valencia (hoy ya extinta), como una encrucijada, al igual que la autovía, el casco urbano y la estación, todo en la misma zona.
Más tarde retomaré un tema importante, como es de las encrucijadas y las escapadas, pero será en otro apartado.
Vuelve Félix a nombrar el Casco Viejo, por enésima vez en su literatura.

Una luz en el atardecer (1999)

En las novelas juveniles, como ésta, los paisajes zaragozanos adquieren una concreción inexistente en las de adultos, motivada siempre por la intención de describir un paisaje urbano sencillamente peculiar.
Lo que aquí se nombra es la zona modernista de Sagasta, con las mansiones de la nueva burguesía, el Teatro Principal, Plaza San Miguel, así como el Jardín de Invierno (como zona de meditación y de citas amorosas).

La ciudad libre (1999)
Transcribo la conversación con Teira, referida únicamente a este libro: "[...] es en esta novela donde, sin mencionarla, el callejero y los flashes urbanos se hacen más explícitos: la acción se desarrolla en el barrio de Quimicox (Zaragoza tuvo su barrio de La Química), el Huerva alcanza protagonismo (es la sutura que separa el progreso de la pobreza, la arteria negra que sirve de refugio al personaje del Tigras), la recreación en una torre mudéjar abandonada (la de San Miguel) y la transformación de la iglesia barroca de San Carlos en un taller industrial [...] otro personaje, como el de Oliveira, el psicólogo, que vive entre Damas y Sagasta [...] será también en la huida de Carmen e Híjar, donde salen a relucir calles como Predicadores o Las Armas. Si bien ligeramente deformadas, las calles también puede seguirse con un mapa. No debemos olvidar tampoco el edificio central, denominado IBERCAI, e inspirado en la Ibercaja de la Plaza Aragón, con sus ventanas verdes, descritas en el libro." A propósito, incluyo aquí un enlace a un texto en francés sobre el libro (www.sens-public.org/IMG/odt/SensPublic_FTeiraCubel_Elveneno.odt)

Sueños de borrachos (2005)

Teira plasma una ciudad maloliente y culpa de ellos a las dichosas papeleras, archiconocidas por los zaragozanos, aunque las camufla de industrias. Es sabida la afición de Teira por la botánica y nombrará, al menos dos veces, los tilos del Paseo de la Independencia (de los que me decía, recientemente: "¡Caramba, son bonitos, pero yo los regaría de otra manera!"). También nombrará el, tristemente célebre para los habitantes de Zaragoza, velatorio de Torrero.


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